Fin del 2º acto

No pretendo con esto dar una lección didáctica del teatro porque ni soy la persona más indicada para ello ni considero que tenga los conocimientos necesarios, tan solo pretendo resumir algunas de las sensaciones que a mí me ha transmitido el teatro desde ese otro lado que es la representación y la preparación de una obra
Recuerdo la primera vez que entré en el aula de teatro de la universidad de Vigo, en el campus de Pontevedra, y esa sala donde ensayábamos 10 personas pintada totalmente de negro con 4 o 3 focos de colores que iluminaban el espacio creando una atmósfera muy especial. El suelo enmoquetado donde pasábamos buena parte de las tardes de invierno haciendo ejercicios de expresión.
Aquel año preparé el que fue mi primer personaje: Biaggio. El hermano de Cosimo, el hombre que subió a los árboles y no quería bajar. La obra era una adaptacion sobre la trilogía de Italo Calvino: El bizconde demediado, El varón rampante y El caballero inexistente.
Salir a actuar es como subir a una montaña rusa, vas a subir al escenario y es como sentir que estas subiendo a lo más alto, tienes vértigo. Cuando estás encima no te enteras y luego la bajada es espectacular. Me quedo con el antes y el después de cada actuacion por la infinidad de sensaciones que puedes llegar a sentir, tal vez porque son los momentos en los que te permites ser tu mismo para después concentrarte en tu personaje.
A pesar de que detrás han quedado innumerables actuaciones, esas sensaciones han permanecido como aquel primer día en el que Biaggio me acompañó. Estos últimos 3 años en Santiago he podido compartir con EIS Teatro muchas tardes y noches de ensayo que sin duda echaré de menos. ¿Tendré un tercer acto?
4 comentarios
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parrulo -
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jandro -
Pero ¿qué más da? Si algo te hace féliz ¿por qué no deberías hacerlo? Si hay tiempo para todo alvarito...